Del odio al amor hay solo un piso en ascensor.

Con esas palabras quiero expresar que en ocasiones «odiamos» aquello a lo que no tenemos acceso. Es así porque quisiéramos tenerlo cerca, asirlo, disfrutarlo y no podemos. Entonces, cuando ocurre el milagro y queda al alcance de nuestra mano y lo degustamos, el amor aparece tan fácil y «transportado» con tan escaso esfuerzo como el que nos supone subir un piso apretando un simple botón.

En ocasiones estás desayunando y te golpea una reflexión como ésta. Y raras veces, además, te da por compartirla.

Disfruten el día. Mejor sin odiar, claro.